La televisión, en un momento dado, trató de hacerte sentir bien. Sin embargo, en el caso de Los Soprano, el creador David Chase fue todo lo contrario en su enfoque de la narración televisiva. Michael Imperioli, uno de los actores más habituales de la serie, lo explica así en un documental de Alex Gibney sobre la creación de Los Soprano.
Imperioli sostiene que los programas policiales de televisión existen como una especie de caballo de Troya para generar buenas vibraciones. Sin embargo, según él, los programas que son verdaderamente revolucionarios son aquellos que nos dejan con una sensación de inseguridad y desorientación. Los Soprano, con su trama caótica y desenfadada, es un ejemplo perfecto de esto.
La serie se caracterizó por no tener un final feliz para sus personajes. La vida real no es como las películas, y Los Soprano nos mostró que la realidad puede ser cruel y brutal. La serie también explotó temas como la violencia, el abuso de poder y la corrupción, lo que la convirtió en una de las series más oscuras y polémicas de su época.
Pero ¿por qué Los Soprano fue tan influyente? Imperioli cree que fue porque la serie era orgullosamente caprichosa y caótica. No estaba diseñada para hacer sentir bien a los espectadores, sino para hacerlos reflexionar sobre la naturaleza humana y la sociedad en la que vivimos.
En un momento dado, Los Soprano fue el precursor de una nueva era en la televisión, una era en la que la oscuridad y la complejidad eran consideradas como virtudes. Sin embargo, según Chase, esta era fue solo un episodio de 25 años, y ya no es posible.
Actualmente, la televisión se ha vuelto más comercial y superficial. La oscuridad y la complejidad no son más que un recuerdo lejano. Las series como País del Fuego y Tracker, que se centran en la violencia y el crimen, han sido reemplazadas por programas más ligeras y más asequibles.
Pero ¿es esto lo que la audiencia quiere? La verdad es que la gente sigue siendo atraída por la oscuridad y la complejidad, pero solo en pequeñas dosis. No estamos dispuestos a tomarnos una hora de nuestra vida para reflexionar sobre la naturaleza humana y la sociedad, pero sí estamos dispuestos a disfrutar de un programa de televisión durante una hora para relajarnos y distraernos.
En resumen, la oscuridad y la complejidad han desaparecido de la televisión, y han sido reemplazadas por programas más ligeras y más asequibles. Pero ¿es esto lo que la audiencia quiere? La verdad es que la gente sigue siendo atraída por la oscuridad y la complejidad, pero solo en pequeñas dosis.